Practicar Yoga no solo se trata de una disciplina física sino que involucra la mente, las emociones y un acto meditativo, convirtiéndola en un complemento perfecto para el día a día no sólo en los adultos, también en los niños.
Según los expertos en esta práctica, los movimientos están inspirados en la naturaleza, los animales, las plantas, las formas que vemos en nuestro entorno y conducen al practicante a entrar en armonía con su cuerpo, pero ¿esto cómo ayuda a nuestros niños?
* Aprende a concentrarse: si no lograr que tu pequeño se quede quieto, se concentre en una actividad, lo notas hiperactivo, esto sin duda lo ayudará, pues favorecerá mucho su atención.
* Desarrolla fortaleza física: al estar trabajando con todo su cuerpo hará más resistentes sus músculos, articulaciones y huesos, será más ágil, desarrollará un mejor sentido del equilibrio y conciencia espacial, seguirá cultivando la flexibilidad con que nacen, mejorará su postura, le serán más leves los estragos o molestias por crecimiento e incluso será menos propenso a lesiones.
* Entra en sintonía interna y externa: si bien notarás los beneficios externos en su cuerpo, internamente también estará trabajando puesto que estimula su metabolismo y órganos internos y fortalece su sistema inmune haciéndolo menos propenso a enfermedades.
* Encuentran armonía: las prácticas están guiadas a que sean niños más estables pues tratan conceptos entorno a inteligencia emocional, autoestima, solución de conflictos, tolerancia a la frustración, autocontrol, liberación de emociones negativas, estrés infantil, ansiedad. Esto se traduce en un mejor estado de ánimo, identifican mejor sus emociones, fomenta el autoconocimiento, mejora su relación con el entorno y sociabilidad.
* Fomenta valores: al tratarse de una disciplina les inculca valores como la perseverancia, la creación de hábitos sanos, el sentido de pertenencia y comunidad, la relación no competitiva sino más bien de cooperación, paciencia, tolerancia y empatía, las relaciones no violentas y la mejor comunicación con su entorno.
* Equilibra su mente: le ayuda a comprender y aceptar que hay momentos de movimiento y de quietud, centra su atención, estimula su memoria y la imaginación con cada una de las posturas que practique.
* Trabaja con su espiritualidad: liberará las tensiones y será capaz de escuchar a su cuerpo, conectando con su energía, y entenderá que es un ser integral en cuanto a mente, emoción y cuerpo.
Los expertos recomiendan que inicien entre los 3 y 4 años a practicarlo, pero si aún no te has animado a que tu pequeño tome una clase de yoga, ahora que sabes todos los beneficios que puede traerle a ambos, te recomendamos que lo intenten con tu Training Partner Laura García, estamos seguros que lo disfrutarán al máximo.
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