Sabemos que el embarazo es una etapa de la vida a la que se le tiene que poner mucho énfasis en lo que comes, ésto definirá la esperanza y calidad de vida de tu bebé y por su puesto de ti.
Es por esto que a continuación te comparto aquellos nutrientes a los que le tienes que poner especial atención para lograr un término exitoso:
Hidratos de carbono: son la principal fuente energética para el feto. Existe una relación entre su consumo, principalmente integrales y una menor probabilidad de recién nacidos de bajo peso. Por el contrario, un elevado consumo de bebidas y alimentos con azúcar refinada aumenta las probabilidades de un bebé de bajo peso. (Los carbohidratos están en cereales, frutas y verduras).
Proteína: debido a la síntesis de nuevos tejidos materno fetales, las necesidades están incrementadas (provenientes de huevo, carnes magras, pescado, leguminosas).
Los ácidos grasos esenciales: intervienen en el crecimiento placentario y fetal, siendo el ácido docosahexaenoico (DHA) necesario en el desarrollo visual y neurológico del bebé. (Lo podemos obtener a partir del consumo de pescado o la suplementación de Omega 3).
Hierro: si está disminuido se asocia con depresión materna, riesgo de bajo peso al nacer y función cognitiva disminuida en la infancia. Por otra parte, su exceso se ha relacionado con hiperviscosidad sanguínea y alteraciones neurológicas fetales; (las proteínas de origen animal, las leguminosas y las verduras de hoja verde son los alimentos que más lo contienen).
Calcio: interviene en la mineralización ósea fetal y su carencia está relacionada con osteopenia, calambres musculares y preeclampsia (elevación de la presión arterial en el embarazo). La recomendación de consumo para madres con ingestas adecuadas (tres lácteos/día). (Los lácteos como yogur y leche son la principal fuente o las almendras y charales).
Zinc: interviene en la defensa antioxidante y función neurológica e inmune y su deficiencia está relacionada con inmunidad deteriorada, preeclampsia y Diabetes gestacional. (Lo contiene el huevo, las semillas y los mariscos principalmente).
Selenio: posee actividad antioxidante y su deficiencia al día está relacionada con aborto, daños en los sistemas nervioso e inmunológico fetal y en el desarrollo neuropsicológico del bebé. (Lo encuentras en pescados, mariscos, carnes rojas).
Ácido fólico: interviene en numerosas reacciones del ADN y su suplementación reduce el riesgo de parto prematuro y morbimortalidad infantil.
Vitamina A: interviene en el desarrollo ocular y del esqueleto fetal y su deficiencia está relacionada con parto prematuro, siendo la principal causa de ceguera prevenible en el mundo. (Lo enccuentras en vegetales de color rojo y naranja).
Vitamina C: presenta acción antioxidante; sus necesidades son mayores en madres fumadoras. Su deficiencia está relacionada con parto prematuro, eclampsia y mayor riesgo de infecciones respiratorias. La suplementación mejora la función pulmonar del bebé y disminuye la incidencia de sibilancias al año de edad. (La puedes encontrar en alimentos cítricos).
Vitamina D: interviene en la función inmune y el desarrollo esquelético fetal; estados deficitarios se relacionan con Diabetes gestacional, preeclampsia, y depresión postparto. (Proveniente del huevo y los lácteos).
Vitamina B12: interviene en la síntesis y metilación del ADN y es necesaria en el desarrollo neurológico del bebé. Su deficiencia se ha asociado con bajo peso al nacer y disminución del rendimiento cognitivo en el niño. (Está en el huevo, las carnes rojas, la sardina, el atún y los lácteos).
Ahora que ya conoces cuáles son los nutrientes clave, recuerda que si la madre no cubre con la ingesta recomendada será el médico quien determine si se debe o no suplementar, ya que el exceso de consumo podría traer consecuencias para ambas partes. Recuerda que no se trata de comer doble sino comer bien.